Al espectáculo que también es la política, sus actores principales, lo mismo en el oficialismo y la oposición, han impulsado la degradación como una ventana de su comportamiento ajeno al propósito parlamentario que, por ejemplo, inspira el debate público, el análisis y votación de las iniciativas que se convertirán en ley de la Unión.

Lo cierto es que antes como ahora, los escándalos, los gritos y en general el espectáculo que protagoniza, por ejemplo, mucho hace el comportamiento de Gerardo Fernández Noroña es una práctica no para el debate parlamentario, sino para la agresión y degradación.

Tuvo ahora mayor visibilidad, al presidir la mesa directiva en el Senado y, sin embargo, su práctica como actor es contraria a la política como arte de la conciliación y la negociación entre diferen

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