Hay lenguas que guardan secretos que no se dejan atrapar por una traducción. El gallego podría ser una de ellas; un idioma que parece escrito para decir o susurrar lo que otros no alcanzan a expresar.
Hay palabras que saben a mar y suenan a lluvia , que transmiten emociones y matices imposibles de resumir en castellano. Hoy viajamos por cinco de esos diminutos tesoros lingüísticos que, sin aun sin tener una traducción literal al español, no dejarán de sorprenderte y de enamorarte: riquiño, enxebre, xeitoso, afouteza y trapallada.
Riquiño
En Galicia, llamar a alguien riquiño va mucho más allá de “bonito” o “mono”. Es un adjetivo que aglutina ternura, afecto y cercanía. Un niño que sonríe de modo tímido puede ser riquiño, igual que una anciana que ofrece un plato de caldo en inviern