Si los próximos años prevalecen continuidades propias del retroceso democrático —como el desdén a las madres buscadoras— las llamas del crimen organizado avanzarán antes que sofocarse.

A un año del mandato de la presidenta Claudia Sheinbaum, el cambio más notorio en la estrategia de seguridad pública ha sido el final de la política de “abrazos, no balazos”. Ello ha dejado notables resultados en lo que se refiere al debilitamiento operativo del crimen organizado. Notables por evidentes, no por efectivos per se .

Empero, hay continuidades nocivas. Entre ellas, la gestión de la violencia letal a partir de su negación y ocultamiento, y el abandono estructural de las policías municipales y fiscalías. Si además consideramos que la prevalencia de los apoyos económicos no condicionados son muc

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