La búsqueda de un planeta gemelo a la Tierra, uno de los grandes anhelos de la ciencia moderna, se topa con una barrera inesperada: la forma de nuestros telescopios . Los espejos circulares actuales, un verdadero icono de la astronomía, no son la herramienta óptima para esta misión tan concreta. La dificultad para encontrar esta aguja en un pajar cósmico podría no ser solo una cuestión de tamaño o potencia, sino de simple geometría.
En efecto, los desafíos técnicos son colosales. Los científicos calculan que para detectar la presencia de agua en un planeta rocoso a unos 30 años luz, una condición clave para la vida, haría falta un telescopio espacial de 20 metros de diámetro que observe en luz infrarroja media. Esta cifra pone en evidencia las limitaciones actuales, pues el telescopio J