La amenaza se cierne sobre 750 millones de personas que habitan en zonas costeras de baja altitud en todo el mundo. Para ellas, los cambios que sufre la lejana Antártida no son una noticia abstracta, sino un riesgo directo y cuantificable en forma de una subida del nivel del mar que podría redibujar los mapas. El continente helado, que durante mucho tiempo se consideró un gigante estable, ha comenzado a dar muestras de una fragilidad alarmante, desencadenando una serie de procesos con alcance global.
De hecho, el epicentro de esta inquietud se encuentra en la capa de hielo de la Antártida Occidental. Los científicos advierten de que esta inmensa masa de agua congelada contiene lo suficiente como para elevar el nivel de los océanos en cinco metros. Su posible desestabilización no es una