Rocío del Pilar llega todos los días de trabajar a las cuatro de la tarde. Una hora antes, cuando hay clases, lo hace su hija adolescente, que calienta el plato que le ha cocinado para comer. Suele ser algo simple, lo que hayan podido llevar a la cesta de la compra con el sueldo de una costurera que, con 48 años, es madre soltera en Madrid. El día a día, dice, sería mucho más fácil si pudieran tener acceso al comedor escolar, ya no solo por el ahorro, sino porque así garantizaría que Gabriela, de 16 años, sigue una dieta equilibrada. Pero el instituto ni siquiera cuenta con ese servicio. En España, apenas el 18% de los centros públicos que imparten la ESO cuentan con comedor escolar, una cifra muy inferior al 75% de los centros concertados y privados. En los colegios de Primaria la proporc

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