Ciudad de México.- Cuando el narcotraficante mexicano Ismael Zambada García acordó ser condenado a cadena perpetua en un tribunal de Nueva York la semana pasada, lanzó un mensaje que muchos funcionarios mexicanos encontraron incómodo de escuchar.
Al leer en voz alta su declaración de culpabilidad, el hombre conocido como el Mayo Zambada dijo que había operado libremente en México durante años sobornando a políticos, a agentes de policía y a militares.
No fue precisamente una bomba: es bien sabido que los cárteles mexicanos llevan mucho tiempo prosperando gracias al soborno de funcionarios. Pero puso de relieve un problema cada vez mayor para la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, que ha estado sometida a una intensa presión por parte de la Casa Blanca para que haga más por erradica