Estos días he hablado con varios alcaldes de nuestras comarcas quemadas. He hablado con alcaldes que se han chamuscado las pestañas luchando hombro con hombro con sus vecinos para apagar el fuego. Que han llamado a todo el mundo, que han pedido ayuda. Que han estado en primera línea. He hablado con alcaldes a quienes se les han calcinado cosechas y se han quedado sin pastos para el ganado. He hablado con alcaldes que me miraban con gravedad y se preguntaban qué va ser de su gente. Porque detrás de cada hectárea calcinada hay un pueblo que se vacía un poco más. También he hablado con alcaldes que se mostraban tibios. Que ayudaban lo que podían, pero se escondían. Que tenían miedo del pueblo. Que tenían miedo de los políticos. Que tenían miedo del qué dirán. Que tenían miedo de moverse un pa

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