Quizá alguna vez en la vida, estimados lectores de El Independiente han tenido ustedes unos amigos que infortunadamente terminaron disolviendo su matrimonio por la vía del divorcio.

Si tuvieron oportunidad de conversar con ella, les dirá que él “era un hijo de la chifosca mosca”, de lo peor y se presentará ante ustedes como “la víctima”; sin embargo, si algún día tienen la oportunidad de charlar con él, les dará una versión completamente distinta de las causas que motivaron la separación, explicando que sus actitudes estaban justificadas y habían sido provocadas por ella.

Así, a lo que quiero llegar es a que, todas las historias tienen dos partes, cada uno tiene su versión de los hechos y de repente ya no se sabe a quién le asiste la razón.

Pues así ha ocurrido con el “despapaye” que

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