El otro día, en el bar de un pueblo, un vecino me preguntó con cierta desconfianza: – Oye, ¿y tú no serás de esas feministas que odian a los hombres? Os entiendo. Esa pregunta no nace de mala intención, sino de la confusión que todavía despierta la palabra feminismo. Así que os lo digo claro: no es contra vosotros. Al contrario, también es para que viváis con más libertad. Porque, seamos sinceros, ¿no estáis hartos de tener que demostrar siempre que sois fuertes? ¿De aguantaros las lágrimas porque «un hombre no llora»? ¿De sentir que valéis más por lo que ganáis que por lo que sentís? Eso también os lo impone el patriarcado. Igual que a nosotras nos enseñó que callar era ser buenas, que amar era sacrificarse, que el éxito estaba en complacer. El feminismo no busca una guerra ni convertirno
Feminismo: ni contra los hombres ni para unas pocas

59