Esta semana Afganistán ha vuelto a verse sacudido por otro virulento temblor de tierra y, como ocurriera con los seísmos de junio de 2022 y octubre de 2023, sus autoridades, desbordadas e incapaces, se han limitado de nuevo a hacer recuento de víctimas y daños. El último balance de las autoridades talibanes -el grupo insurgente recuperó hace ahora cuatro años el poder tras una fulgurante e inesperada operación estratégica veinte años después de haber sido derrocado por las fuerzas de la OTAN- elevaba el número de muertos por encima de los 2.200 y el de heridos superaba los 3.600. Las cifras de víctimas del temblor de tierra de magnitud 6 en la escala de Richter continuarán aumentando toda vez que las autoridades reconocen que decenas de localidades han quedado arrasadas -la construcción ha
Afganistán: otra tragedia en la oscuridad talibán

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