Once de los 16 fallecidos en el accidente del elevador de Lisboa eran extranjeros, una muestra de la presión del turismo masivo sobre un transporte concebido hace 140 años. Un informe confirma que la rotura del cable fue la causa del siniestro
Solo un país como Portugal, tan atravesado de sorna como de poesía, puede bautizar un lugar donde se entierran los muertos como el cementerio de los Placeres. Frente a su portón de entrada, en Campo de Ourique, se localiza el inicio de la carrera del tranvía 28, el más popular de todos los que recorren la vieja Lisboa aferrados a cables aéreos que serpentean salvando ramas de árboles y recodos imposibles. Como guardafrenos, André Marques se hartó durante años de hacer esta carrera, larga, enrevesada y adorada por los turistas, antes de encargarse de