PASADO el ferragosto por aquellas latitudes, la brisa fría del norte acariciaba nuestros rostros mientras cruzábamos el umbral de Uppsala, una ciudad 70 Km al norte de Estocolmo, donde el pasado se hace patente en cada rincón, como si las piedras mismas de sus calles cargaran con el peso de siglos de historia y sabiduría. Uppsala, con sus torres que desafían al cielo y sus ruinas milenarias, es una de esas joyas de la antigua Suecia que se encuentra suspendida entre los ecos de los vikingos y la erudición cristiana, entre los mitos de antaño y el conocimiento que sus habitantes han labrado con esfuerzo a lo largo de generaciones.
Nuestra primera visita fue a la majestuosa Catedral de Uppsala (Uppsala domkyrka), un monumento gótico que se alza en el centro de la ciudad como un faro d