La Esperanza, con más de cien años al hombro, se sostiene con memoria y esfuerzo, aunque sus calles parecen arrugas profundas en el rostro del tiempo. Las grietas no solo agrietan el asfalto, sino que revelan un barrio que resiste sin soluciones, atrapado en un abandono que cala hasta los cimientos.
En el corazón de San Félix, cerca de La Unidad y San Rafael, el barrio La Esperanza emerge con la belleza derrotada de la historia que lo viste. Casas de estilo colonial, con puertas y ventanas de madera gastada, esconden historias familiares acompañadas del ruido constante de las lluvias filtrándose entre los huecos que crecen día tras día. Las aceras, antes transitables, hoy resquebrajadas por la humedad, dibujan un mapa de la desidia oficial.
Los caminos que antes conectaban puertos y merc