Cuando Carrasquilla y Duque le aventaron en la cara la reforma tributaria al pueblo colombiano, se armó la tropelía y tuvimos el gravísimo estallido social. Ahora el presidente Petro y su desconocido Ministro de Hacienda, en un acto tan alcabalero como el cometido aquellos días, pretende que el Congreso le apruebe una hiriente reforma tributaria donde solo falta cobrarle impuesto a la entrada al inodoro o al orinal.

La lista de tributos y la minucia conque los han buscado parecen ser una actuación del marido decapitado de María Antonieta unos días antes de que comenzara la revolución de los franceses y no el grito desesperado de un gobierno sin plata. Usando el eterno sistema español de cobrarle impuesto a lo que la iglesia inquisidora llamaba “los vicios”, arrancan con un alza de tarifas

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