Los leones aparecieron en China como guardianes de acceso y figuras de protección mucho antes de que fueran reinterpretados en Occidente. Estas esculturas, llamadas tradicionalmente shishi , se colocaban a la entrada de palacios, templos y mausoleos para alejar a los espíritus malignos. El aspecto resultaba imponente gracias a las fauces abiertas y las melenas onduladas, que transmitían fuerza y vigilancia.

La disposición de estas figuras no era casual, ya que solían instalarse en parejas con un marcado simbolismo de orden y autoridad . Ese valor cultural y espiritual se convirtió en una constante de la tradición china, que después se proyectó en piezas como los guardianes funerarios de la dinastía Tang y acabó enlazando con la historia del león que hoy corona la plaza de San Marcos en Venecia .

Un análisis científico desveló que el bronce veneciano procede de minas chinas

El hallazgo que conecta la escultura veneciana con China fue presentado por un equipo de la Universidad de Padua en la revista Antiquity , donde los investigadores explicaron que el bronce empleado en la obra procede de yacimientos de cobre situados en la cuenca baja del río Yangtsé . Para confirmar este origen se analizaron isótopos de plomo en muestras del metal, un procedimiento que, según los científicos, permite rastrear con fiabilidad la procedencia de los minerales.

Un análisis químico desveló que el bronce del león veneciano procede del valle del Yangtsé

La pieza llegó a Europa en el siglo XIII y, una vez en Venecia, se adaptó a la imagen del león alado de San Marcos . El arqueólogo Massimo Vidale señaló en declaraciones recogidas por Antiquity que la escultura “fue posiblemente encontrada por emisarios venecianos en China hacia mediados de la década de 1260 y transformada en Venecia en algún momento entre 1270 y 1290”. El estudio detalla que se eliminaron cuernos y se recortaron orejas para darle un aspecto más cercano al emblema de la ciudad.

Las figuras funerarias de la dinastía Tang, que gobernó entre los años 618 y 907, tenían rasgos muy marcados como fauces felinas, crines en movimiento, alas y, en ocasiones, cuernos. Según los autores del estudio, el león de San Marcos se parece más a esos guardianes chinos que a las representaciones mesopotámicas o persas de grifos con cabeza de león, que en el pasado se habían propuesto como referentes.

La Ruta de la Seda abrió la vía para que una escultura asiática llegara a Venecia

El traslado de la escultura desde Asia hasta Venecia permanece envuelto en incógnitas. Entre las hipótesis planteadas por los investigadores figura la posibilidad de que los hermanos Niccolò y Maffeo Polo enviaran la obra a su ciudad tras visitar la corte mongola en Khanbaliq, la actual Pekín, entre 1264 y 1268. Esa conexión comercial a través de la Ruta de la Seda habría abierto el camino para que una estatua funeraria de la dinastía Tang terminara convertida en emblema político y religioso en Europa.

El león alado consolidó el poder de la república veneciana en su época de expansión

Los investigadores también subrayan que la instalación de las columnas en la plaza de San Marcos coincidió con la década de 1260, un momento en el que Venecia consolidaba su poder como república mercantil. El nuevo león alado no se concibió solo como un elemento religioso, ya que pronto pasó a representar la autoridad de la Serenísima en monedas, edificios y actos oficiales.

El análisis visual de la escultura reforzó esa conexión con los guardianes chinos, ya que mostró señales claras de modificaciones posteriores. El propio Vidale apuntó que “el bronce veneciano conserva huellas visibles de los cuernos que fueron retirados y de las orejas reducidas para transformarlo en un león alado”. Ese cambio le permitió encajar en la iconografía de San Marcos, patrón de la ciudad y referencia constante en la política de la época.

En la actualidad, la estatua sigue en lo alto de una de las columnas de granito que flanquean la entrada de la plaza, convertida en un referente visual que se repite en banderas, monedas y hasta en el máximo galardón del festival de cine de la ciudad. Lo que nació como guardián de una tumba imperial terminó siendo testigo del auge veneciano, una trayectoria improbable que mezcla comercio, religión y poder en un mismo bronce.