
Mucho antes de la Sagrada Familia, mucho antes del Parque Güell, mucho antes de ser Gaudí, Antoni Gaudí firmó su primera gran obra: Casa Vicens , un edificio que, aunque menos visitado que sus grandes iconos, guarda todas las claves de su universo creativo. Construida entre 1883 y 1885 como residencia veraniega para Manuel Vicens, un rico corredor de bolsa, la casa supuso un salto audaz en la Barcelona de finales del siglo XIX, y hoy es Patrimonio de la Humanidad .
Una explosión de color y naturaleza
La primera mirada a Casa Vicens no deja indiferente: azulejos verdes y blancos con clavelinas amarillas, arcos de inspiración oriental, rejas de hierro forjado en forma de hojas de palmera… Todo pensado para que el edificio pareciera un jardín vivo . Ya en esta obra se perciben las obsesiones de Gaudí: la naturaleza como fuente de inspiración, el uso de cerámica decorativa y una libertad compositiva que rompía con el academicismo de la época.
En el interior, cada sala es un microcosmos de creatividad. Techos con papel pintado imitando hojas, murales con motivos vegetales y carpintería artesanal recuerdan la importancia de los oficios y anticipan las formas orgánicas que definirían su estilo.
De residencia privada a museo abierto al público
Durante más de un siglo, Casa Vicens permaneció en manos privadas, primero como residencia de verano y luego como vivienda habitual. En 2014, el banco MoraBanc la adquirió y, tras una restauración minuciosa, abrió sus puertas al público en 2017. Hoy funciona como museo y es una de las joyas modernistas menos masificadas de Barcelona. La UNESCO la reconoció en 2005 como Patrimonio Mundial , destacando su valor universal y su papel como inicio del modernismo catalán.
Casa Vicens y el barrio de Gràcia
Visitar Casa Vicens es también adentrarse en el barrio de Gràcia , con sus plazas llenas de terrazas, tiendas artesanales y un ambiente bohemio que complementa la experiencia. Aquí se entiende que el modernismo no fue solo monumentalidad, sino también experimento, color y vida cotidiana .
Los expertos coinciden en que esta casa fue el laboratorio de Gaudí , donde ensayó ideas que luego desarrollaría a gran escala en la Casa Batlló o la Sagrada Familia: la fusión entre arte y naturaleza, la obsesión por la luz y el color, y el abandono de las líneas rectas en favor de formas orgánicas. Casa Vicens no es solo la primera obra de Gaudí, sino la semilla de un estilo que marcaría la arquitectura mundial.