Noche de bodas. Se consumó el matrimonio en la forma en que los matrimonios suelen consumarse. Al término del acto connubial la ingenua desposada miró llena de alarma la desfallecida entrepierna de su maridito y le dijo con voz llena de congoja: “¡Ay, Leovigildo! ¡Te juro que no me la quería acabar toda!”. (¡Tontita! Como decía el conductor de la televisión: aún hay más).

Selma y Telmo cumplieron 50 años de casados. Alguien les regaló una lámpara de forma extraña y Selma la frotó para limpiarla. ¡Wham!, de la lámpara surgió un genio de oriente. “Me han liberado ustedes de mi prisión eterna —le dijo—. Por eso, y porque han sido una pareja ejemplar, le cumpliré un deseo a cada uno”. Pidió Selma: “Quiero hacer un viaje por el mundo con mi Telmo”. ¡Wham!, apareció en las manos de la señora un

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