Tegucigalpa – El ambientalista hondureño Juan López, asesinado hace un año en Tocoa, Colón, en el Caribe de Honduras, denunciaba la corrupción, el narcotráfico y la minería extractiva en su comunidad, y su firmeza y convicciones lo convirtieron en símbolo de resistencia.

Hace un año, a pocas horas antes de que lo asesinaran, había dicho en un acto público: «Mi posición está definida, no al narcotráfico y corrupción en la Municipalidad, decir esto incomoda, pero si nosotros no lo decimos, lo dirán los postes del alumbrado público o las calles que no se pueden transitar».

«Y toda persona que reconozca tener honor, dignidad y civismo, estará conmigo», fueron de las últimas palabras que pronunció López.

Para Roxana Romero, miembro de la parroquia San Isidro, del Comité de Bienes Comunes y

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