Nadie deja una videoconsola encendida tanto tiempo porque cualquier aparato está pensado para funcionar en sesiones limitadas , con pausas necesarias para evitar desgastes. La imagen habitual es la de partidas que duran horas, en el peor de los casos alguna noche en vela, pero nunca más allá de periodos humanos razonables.
La electrónica aguanta picos de calor, reinicios o golpes ocasionales, pero tenerla encendida de forma prolongada la pone en riesgo. Precisamente ese límite es lo que convierte en excepcional lo que sucede con un título legendario como Super Mario 64 , donde la persistencia sin interrupción provoca un efecto sorprendente.
Un creador de YouTube descubrió fallos técnicos tras pruebas que se alargaron durante meses seguidos
El hallazgo procede del creador de contenidos Kaze Emanuar , que en un vídeo de YouTube mostró varios errores técnicos del clásico de Nintendo. Entre sus pruebas explicó que, tras 7 días de juego sin apagar la consola, el título empieza a mostrar rupturas en la experiencia . Sin embargo, el caso más llamativo surge cuando se deja transcurrir un periodo mucho más prolongado, cercano a 14 meses, ya que entonces el sistema activa un fallo ligado a los contadores internos .
El mecanismo detrás de este error está en los contadores ocultos que gobiernan a enemigos y objetos. Elementos como las Rocas Picudas , que caen y suben con regularidad, dependen de un número en constante aumento que marca cada acción repetida. Normalmente, al cumplir el ciclo, el contador se reinicia y todo sigue funcionando con normalidad . El problema aparece con algunos elementos puntuales cuyo contador nunca se reinicia , de modo que sus valores siguen creciendo hasta alcanzar un máximo. Cuando esto sucede, el resultado es un fallo que bloquea la orden de repetición y altera el comportamiento previsto .
Este fenómeno afecta de lleno al tiburón conocido como Sushi en el nivel del Gran Muelle . El animal no puede ser atacado, pero se reconoce por un sonido sutil que emite cada 16 frames. El archivo de audio es más largo, aunque nunca se escucha completo porque la repetición lo interrumpe antes de terminar. Según detalló Kaze Emanuar, al esperar más de un año con el juego en marcha el contador de este NPC llega a su tope, se detiene y deja de emitir órdenes . Entonces Sushi produce su sonido completo por última vez, lo que permite oír por fin un fragmento oculto que en circunstancias normales siempre queda cortado.
El mismo error también afecta a otros elementos del título. En el nivel Camino del arco iris , las alas de uno de los barcos voladores dejan de moverse al producirse ese desbordamiento del contador. Se trata de un comportamiento anómalo que no altera el avance del jugador en una partida corriente, pero que sí muestra cómo la programación interna guarda rincones nunca previstos para ser alcanzados.
Las pruebas de Kaze no se limitaron a Sushi o a los barcos. En su análisis incluyó otros ejemplos técnicos, como el contador de la pantalla de selección de estrella, que impide pulsar hasta pasados 12 frames. Este valor continúa activo de manera secreta mientras se permanece en el menú, y si alguien lo dejase abierto más de 2 años se produciría un error extremo . El contador se convertiría en un número negativo cercano a los -2.000 millones y obligaría a esperar otros 2 años para que el sistema volviese a permitir seleccionar .
Super Mario 64 demuestra que tres décadas después todavía guarda secretos que siguen sorprendiendo
En todos estos casos, Nintendo aplicó medidas para evitar que algo así sucediera en circunstancias normales, imponiendo topes en la mayoría de los enemigos y objetos. Por eso resulta tan extraño encontrar excepciones como Sushi , cuyo contador nunca se reinicia. Precisamente esas excepciones son las que permiten comprobar cómo los sistemas internos, creados hace casi 30 años, aún esconden curiosidades.
Lo fascinante de este asunto no es tanto la utilidad práctica del hallazgo, sino la demostración de que un título clásico puede seguir ofreciendo secretos tres décadas después. Super Mario 64 no pierde vigencia en su atractivo y, aunque nadie dejaría su Nintendo 64 encendida durante más de un año seguido, la existencia de estos fallos convierte al juego en una caja de sorpresas que todavía da material para seguir sorprendiéndose.