Muchos españolitos miraron durante años a otros países con envidia. Sana, si es que hay envidia sana. Francia era el país de la Marsellesa, de la democracia, de la libertad, igualdad y fraternidad. Inglaterra era la vida libre, el parlamentarismo y la alternancia. El Speak Corner , en Londres, provocaba admiración. Allí cualquiera podía decir lo que le viniera en gana y los oyentes tenían derecho a replicar. Un ágora del siglo XX . Amsterdam ofrecía todo lo deseable, empezando por la tolerancia en la política y las costumbres.
Y luego estaba Estados Unidos. Su democracia, sus universidades, su proyecto de futuro. Incluso quienes no habían leído a Hannah Arendt podían asumir que la revolución francesa era hija del resentimiento mientras que la americana estaba asociada a la esperanza