Charlene Williams y Gerald Gallego son considerados una de las parejas de asesinos en serie más sádicas y aterradoras de EE.UU. Su ola de matanza, entre 1978 y 1980 en Nevada y California, fue una de las más escalofriantes de la historia reciente.

El dúo se conoció en 1977 en un club de póker de la californiana Sacramento. En ese entonces Charlene, de 21 años y con problemas de abuso de drogas y alcohol, ya se había casado y divorciado dos veces.  Ella sentía que con Gerald —unos 10 años mayor que ella y cinco matrimonios— había encontrado a su media naranja, aunque, para ese entonces, ese hombre ya cargaba con un pasado bastante escabroso.

Gerald había pasado tres años y medio en prisión por robo y había sido acusado, entre otros, de violación e incesto.  De los más de 20 arrestos que sufrió, siete resultaron en condenas por delitos graves. Además, su padre había muerto en la cámara de gas de Misisipi en 1955 por matar a dos agentes de la ley. Williams asegura que no sabía nada de lo anterior cuando lo conoció, cuenta el medio SFGate.

Gerald y Charlene Gallego en Sacramento (California, EE.UU.), el 17 de noviembre de 1980. ZUMA Press / Legion-Media

Amor, abuso y muerte

Williams relató lo encantador y caballeroso que era Gallego cuando lo conoció. Sin embargo, tras unos meses de relación, descubrió uno de los lados más perturbadores y oscuros de la personalidad de su pareja: le costaba excitarse con mujeres adultas y sentía atracción sexual por las niñas y las jovencitas. Al principio, por el amor que sentía por él, buscó complacerlo afeitándose el vello corporal e intentando parecer más joven. Luego, invitaron a una adolescente a un trío, pero Gerald se enfadó muchísimo al descubrir que Charlene y la chica mantenían relaciones sexuales sin él, recoge el canal History Channel.

Más tarde, la pareja comprendió que la única solución para satisfacer el apetito de Gerald era encontrar chicas que no significaran nada para ellos; usarlas y deshacerse de ellas cuando estuvieran hartos.   Pronto decidieron buscar sus primeras víctimas. Así comenzaría su régimen de terror, que ocupó las portadas de los periódicos bajo el distintivo de "asesinatos de esclavas sexuales".  

Frenesí criminal

Tras meses de planificación, secuestraron a dos adolescentes, de 16 y 17 años, en un centro comercial de Sacramento en septiembre de 1978. Gerald las agredió sexualmente por horas y luego les disparó en la cabeza. Sus cuerpos fueron encontrados dos días después en un campo. "Aunque tenían sus diferencias, los cómplices coincidieron en que la euforia de compartir las violaciones y los asesinatos los había unido aún más. Aún en plena euforia, la pareja se casó el 30 de septiembre de 1978",   relata la plataforma Medium.

Gerald y Charlene Gallego caminando hacia el altar para casarse en una capilla de Reno (Nevada, EE.UU.), el 1 de junio de 1980. ZUMA Press / Legion-Media

Ya como marido y mujer, esperaron hasta el año siguiente antes de volver a atacar.  Con promesas de fiestas o trabajos, Charlene convencía a menores de edad para que se subieran a su coche, donde podían llevar a cabo sus brutales fantasías sexuales. Fue así como en junio de 1979 capturaron a dos jovencitas, de 13 y 14 años, durante una feria del condado de Reno (Nevada). Estas sufrieron múltiples agresiones sexuales, perpetradas por ambos, y luego Gerald las mató a golpes con una pala.

El ritmo de los asesinatos de la pareja se aceleró en 1980 y su frenesí criminal rápidamente se volvió más mortal. En abril, secuestraron, agredieron sexualmente y asesinaron a dos chicas de 17 años en el mismo centro comercial de Sacramento que habían acechado anteriormente. Dos meses después, en Oregón, Gerald estranguló y golpeó a una nueva víctima tras un intento fallido de violación, y luego la arrojaron a una fosa. La autopsia reveló que había sido enterrada viva.

En julio de ese mismo año, el dúo atrapó a una mujer de 34 años mientras cerraba la taberna en la que trabajaba a las afueras de Sacramento. Durante los días siguientes, la torturaron, violaron y humillaron. Tres meses después, su cuerpo fue encontrado flotando en un canal, con una cuerda enrollada alrededor de su cuello. El 2 de noviembre, los Gallego secuestraron y asesinaron a Mary Beth Sowers y Craig Miller, de 21 y 22 años respectivamente, sin saber que esto sería su perdición.

El comienzo del fin

El hecho ocurrió mientras los dos jóvenes salían de una fiesta de la fraternidad de la Universidad Estatal de Sacramento, así que asistentes a la fiesta consiguieron la matrícula del coche de los asesinos, lo que desató una búsqueda. Tras pasar desapercibidos durante poco más de dos semanas, la pareja fue detenida el 17 de noviembre de 1980, cuando intentaban cobrar una transferencia bancaria en un Western Union en Omaha (Nebraska).

Gerald se declaró inocente, pero Charlene, en estado de embarazo y consiente de su destino, aceptó una condena de 16 años de prisión a cambio de testificar contra su esposo ante un tribunal para salvar su vida. Ofreció detalles de todos los delitos, incluso de aquellos que la Policía ni siquiera sospechaba. Gerald Gallego fue juzgado tanto en Nevada como en California y recibió pena de muerte en ambos estados. Murió en prisión el 18 de julio de 2002 a raíz de un cáncer de recto. Charlene salió de prisión el 17 de julio de 1997. 

Gerald Gallego sale de un juzgado del condado de Contra Costa (California, EE.UU.), el 25 de mayo de 1983. ZUMA Press / Legion-Media

Durante los años siguientes, tras recuperar su libertad, Charlene aprovechó cualquier oportunidad para declarar su inocencia. Aún vive en Sacramento, cambió de nombre y se casó con un hombre al que conoció por correspondencia. En su última entrevista , dada en 2013, se mantuvo fiel a la historia que contó en el tribunal décadas atrás, afirmando que todo fue culpa de Gallego. Aseguró que no mató a ninguna de las 10 víctimas y que nunca quiso siquiera ser parte de los asesinatos. "Habría hecho lo que fuera para detenerlo. Sé que no pude; lo intenté".

"Lo único que sabes es lo que te dijo Charlene Gallego, y lo único que te dijo es lo que quería que supieras", dijo Gerald Gallego durante su juicio, según relata el libro 'The Sex Slave Murders'. "Ella [Charlene] era tan culpable como él",  afirma Hal Sowers, cuya única hija fue una de las víctimas de los Gallego.

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