Pocos podían imaginar hace menos de un año que el primer ministro británico, Keir Starmer , recibiría con tanto alivio la visita al Reino Unido del presidente de Estados Unidos, Donald Trump . Los escándalos internos de las últimas semanas, incluida la dimisión de su número dos y la destitución del embajador británico en Washington por sus vínculos con el pedófilo Jeffrey Epstein , han puesto a Starmer en una posición muy delicada no sólo ante el electorado, sino también dentro de su propio partido . El líder laborista confía en que la llegada de Trump, en la que será su segunda visita de Estado en el Reino Unido como presidente, le ayude a relanzar la imagen de su Gobierno a pesar de las claras diferencias ideológicas con el mandatario republicano.
Por ahora, la relació