José Pedro Hernández Historiador y académico Universidad de Las Américas

Septiembre, mes de la patria. El aire se impregna por el aroma a carbón encendido, se escuchan risas que se mezclan con cuecas y brindis, y en cada mesa hay protagonistas indiscutidos: el asado, la chicha y, por supuesto, la empanada de pino. Esa que nunca falta y que, más que un plato, es una invitada de honor. Pero ¿alguna vez se han preguntado de dónde viene esta delicia que tanto nos representa?

Aunque a primera vista la empanada de pino grite “soy chilena”, sus raíces se hunden en tierras muy lejanas. Su rastro nos lleva hasta la antigua Persia, donde ya se preparaban panes rellenos de carne de cordero, especias y frutos secos. Con el paso del tiempo, esta tradición viajó con los árabes hasta la Península Ibéri

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