La noche del lunes se conmemoró el inicio del movimiento de Independencia en México, con la tradicional ceremonia de El Grito: un acto cívico construido en el siglo XIX para concitar la voluntad de los mexicanos, desde Tijuana hasta Mérida, en torno al mito fundacional nacional que cada vez muestra sus costuras y remiendos con mayor claridad.

La ceremonia de este año, travestida de “histórica”, sólo fue patética: si antes la ceremonia del Grito solía ser lejana a la realidad, ahora le fue por completo ajena; si antes daba la nota ligera a partir de una estética pretenciosa, ahora lo hizo a partir de una estética cutre; si antes bastaba la alusión a los próceres del panteón mítico construido por la SEP, ahora los guionistas de palacio nacional debieron sacar del fondo del armario a media d

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