María y Andrés son un matrimonio colombiano que vive en el estado norteamericano de Utah desde hace ocho años. Como tantas parejas migrantes, llegaron buscando oportunidades y encontraron en este estado un lugar para formar familia.

Su hijo Samuel, de seis años, es la razón de su esfuerzo diario. Sin embargo, la relación se deterioró: discusiones frecuentes, diferencias irreconciliables y la sensación de que ya no había camino juntos. Frente a esa realidad, iniciaron su divorcio.

El inicio del proceso

Al presentar la solicitud, María y Andrés fueron informados de las exigencias legales. En Utah, cuando hay hijos menores, la separación no puede resolverse solo con papeles: la ley obliga a que los padres participen en un curso de educación obligatoria y diseñen un plan de crianza.

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