El calor del viernes por la tarde, la baja humedad y unas rachas de viento de hasta 40 kilómetros por hora hicieron despegar el incendio de la zona lucense de la Ribeira Sacra , en el corazón de un enclave natural que aspira a Patrimonio de la Humanidad, y también el de O Bolo, que sufre esta semana una nueva crisis por el fuego tras ser uno de los municipios afectados en agosto por el megaincendio de Valdeorras, el mayor de Galicia desde que existen registros, con un balance de 31.778,18 hectáreas arrasadas, decenas de casas, fincas y otros bienes. El tiempo, que complicó la situación en la Ribeira Sacra y O Bolo el viernes —en el incendio de Pantón y Sober, en Lugo, hubo numerosos desalojos y se quemaron varias casas—, ofrecía este sábado mejores condiciones, con la caída de temper

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