“Lo maté porque era muy famoso.. y yo buscaba mi propia gloria”, dijo Mark Chapman sobre el asesinato de John Lennon.
Usó la palabra gloria pero se refería a existir, en los términos que implica la existencia en la era de la atroz disyuntiva “éxito-fracaso”.
El “éxito” coloca a las personas en la dimensión del “ser”, y el “fracaso” las arroja al “no ser”. Una de sus consecuencias es el “mato, luego existo”.
Meses después del asesinato del ex-Beatle, John Winckley hirió a Ronald Reagan porque quería llamar la atención de Jodie Foster. Pensó que matando al entonces presidente lograría que la actriz de Taxi driver reparara en su existencia. O sea, recién existiría si ella sabía algo sobre él: que mató a Reagan imitando una escena de la película de Scorsese. Otra vez el “mato, luego existo”