El rejoneo tenía ante sí una tarde destinada al recuerdo: toros que respondían, caballos encendidos y un público por momentos entregado. Pero a mitad del camino, cuando la plaza latía con la emoción de la gran faena de Diego Ventura , el cielo se rompió en un diluvio que lo cambió todo. Bajo la cortina de agua aún quedaron gestos de coraje -como el de Rui Fernandes , que se jugó mucho en un ruedo ya encharcado-, pero fue la lluvia la que acabó dictando sentencia.

El arranque estuvo en manos del propio Rui Fernandes , que abrió plaza con un toro con movilidad de Ángel Sánchez y Sánchez. El portugués se lució sobre Dorado , dejando banderillas al quiebro y arriesgadas piruetas. Sin embargo, falló con el rejón final y perdió un trofeo que ya se le insinuaba. Pese a ello, saludó un

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