Tradicional foco de paz social y estabilidad política y económica, Suecia está siendo atacado por un fenómeno creciente de violencia vinculada a la guerra de pandillas.

No es algo nuevo. Esta “guerra”, que desde el gobierno atribuyen a la inmigración y al fracaso de las políticas de “integración”, lleva más de una década. Sicariato, coches bomba y niños-soldado son el brutal combo sacado de cualquier manual de combate de las bandas más peligrosas de América Latina o de los suburbios de las grandes urbes estadounidenses.

Pero la escenografía es distinta. El escenario aquí son las periferias de las ciudades más ricas y estables de Europa. Son barrios “vulnerables” donde la migración echó sus raíces , pero que están muy lejos de las carencias estructurales que se viven, por ejemplo, en

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