A medida que se van conociendo nuevos detalles y circunstancias sobre el escándalo de las pulseras anti maltrato, nunca gracias al Gobierno más opaco de la democracia, sino a los medios de comunicación, los juzgados y las víctimas, consideramos una deshonestidad aún mayor que al menos la ministra de Igualdad, Ana Redondo, siga un minuto más en su puesto. Adelantamos hoy varias actas judiciales que avisaron al Gobierno hace al menos medio año de las deficiencias y alteraciones de los dispositivos que debían velar por la seguridad de las maltratadas. Redondo y el resto del consejo de ministros conocieron que había decenas o centenares de mujeres indefensas frente a sus agresores y que estos se estaban beneficiando en los tribunales por la negligencia, la incompetencia y la mezquindad de una
Mentiras y pruebas de cargo

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