Habla mucho. Su discurso es jugoso. Deja alguna perla por el camino. Pero es tan disperso, en ocasiones desconcertantemente inconexo, como lo suelen ser sus directos. Salta de un tema a otro. Pierde el hilo y lo retoma para dar una puntada que te descoloca. Hay que quererle así. Tras superar años de una adicción a la heroína que nunca ocultó, Evan Dando (Boston, 1967) se centra y vuelve a publicar un disco al frente de The Lemonheads , la enseña que lo encumbró como uno de los mejores escritores de canciones del rock alternativo norteamericano de la primera mitad de los noventa, con discos tan exultantes e inolvidables como Lovey (1990), It’s a Shame About Ray (1992) o Come On Feel The Lemonheads (1993).
Atiende la llamada por Zoom desde São Paulo (Brasil), donde reside desd