
Después de pasar más de un mes en alta mar, ser abordada por el Ejército de Israel y estar cuatro días detenida en una cárcel de alta seguridad, Ada Colau ha regresado a su casa. Era una de los 21 activistas españoles embarcados en la Flotilla que fueron deportados este domingo . Su bienvenida, en el Aeropuerto de El Prat, fue emotiva y rodeada de familia, amigos y militantes de su formación. La noche, como todas las del último mes, ha sido larga. Pero por motivos muy diferentes. Esta noche no ha sido el Ejército israelí quien ha mantenido a Colau en vela, sino el recuerdo de lo sucedido y el deseo de estar, de nuevo, con su familia. Lo explica en una conversación telefónica con elDiario.es en la que es la primera entrevista a un medio desde que ha regresado.
¿Cómo está?
No he podido dormir demasiado, porque llegué tarde y ayer [este domingo] todavía tenía la cabeza más allí que aquí, pero estoy bien, teniendo en cuenta lo que podría haber sido. Ha sido un viaje duro, un mes en el mar no es fácil. Estuve 26 días en el Family, un barco con 30 personas. Luego, los últimos cuatro días, estuve en el Sirius, donde éramos 38. A eso hay que sumar los ataques con drones, los problemas diversos, las averías… No descansamos nunca, porque además hacíamos vigilancias nocturnas, prácticas de los protocolos de cara a la intervención israelí. Y todo ello culminó con la detención, que fue más dura de lo que habíamos imaginado.
¿En qué sentido?
Nos habíamos preparado en base a lo que había pasado con flotillas anteriores. Y la detención y el secuestro de los barcos sucedió, más o menos, como habíamos previsto. El Ejército vino de noche, se acopló a nuestro barco y subieron muy armados, pero sin usar la violencia contra nosotros. Nos tuvieron en cubierta, con las manos atadas, y nos llevaron hasta un puerto.
Fue desagradable, incómodo y violento, pero como estábamos preparados, opusimos resistencia pacífica. Lo que fue diferente fue lo que pasó después. En otras ocasiones ofrecieron a los detenidos una deportación rápida y nos organizamos para que algunas personas aceptáramos eso para salir y explicar qué había pasado, mientras que otras se quedaran para seguir la presión desde dentro. Pero eso no llegó a pasar.
Cuando llegamos al puerto, nos esperaban policías con una actitud muy violenta. Nos tiraban, nos ponían de rodillas, la cabeza contra el suelo
¿Qué ocurrió?
Cuando llegamos al puerto, nos esperaban policías con una actitud muy violenta. Nos tiraban, nos ponían de rodillas, la cabeza contra el suelo. No podías hablar con la persona de al lado porque te insultaban o te pegaban, te arrancaban la ropa...Nos tuvieron horas en el suelo. No sabíamos qué estaba pasando. Finalmente, nos llevaron a inmigración y descubrimos que la ilegalidad cometida durante la detención de los barcos se extendía a todo el proceso. No se cumplió ninguna formalidad.
¿Pudo hablar con un abogado?
No. Ni en el momento de la detención, ni después. No pudimos llamar ni tener atención consular. Aunque algunos de nosotros firmamos la deportación inmediata, tal como estaba previsto, no nos llevaron al aeropuerto. Por contra, nos quitaron todas nuestras pertenencias, nos cortaron los cordones de los zapatos y nos llevaron a un furgón policial. Llevábamos más de 24 horas sin agua ni comida y nos llevaban a una cárcel de alta seguridad en medio del desierto.
Todo eran insultos, agresiones, no nos dejaban dormir, no nos daban agua, negaban la medicación a la gente que la necesitaba… Muchas sentimos miedo, no me da vergüenza reconocerlo. Pensábamos que si estaban haciendo esto, ¿hasta dónde podían llegar? Sobre todo sabiendo que aquello no tenía nada que ver con lo que le hacen a los palestinos desde hace años.
Cuando llegó al aeropuerto de Barcelona aseguró que el sábado notó una mejora en la actitud de sus carceleros y la atribuyó a las protestas masivas de este fin de semana. ¿Qué cambió?
Bajó la presión que ejercían sobre nosotros. Éramos 15 personas en una celda de seis por tres metros. No nos dejaban salir a tomar el aire, nos daban comida de vez en cuando, sin horarios y en poca cantidad. De repente, nos dieron más comida. Seguía siendo todo ilegal, pero algo mejoró. Y lo atribuyo a las movilizaciones, que también consiguieron que el Gobierno español se posicionara de manera más contundente.
Hemos podido salir y contarlo, pero tenemos que seguir porque el objetivo de la Flotilla sigue intacto: queremos parar el genocidio, abrir corredores humanitarios y acabar con la barbaridad perpetrada por el Estado criminal de Israel. Es un estado sin normas ni leyes, donde se ha normalizado y se presume del genocidio. Y eso da mucho miedo.
¿Pudo hablar con el embajador español?
No. Tuvimos una reunión con el cónsul que duró 10 segundos. La pararon porque nos dijeron que una chica había agredido a un soldado o algo así. Y nos sacaron de la sala. Siempre era igual, siempre te hacían algo. Nos despertaban por la noche, nos cambiaban de compañeros. También sacaban a gente de la celda y decían que era para ir a ver a un juez, pero realmente no sabíamos a dónde iban.
A mí me llevaron a ver a uno de estos jueces que, en realidad, era un señor con un ordenador. Y no había abogado ni nada. Lo peor fue que, antes de entrar, nos llevaban en pequeños grupos y nos hacían esperar dentro de una jaula, literalmente. Al aire libre, como si fuera un zoo. En una de estas vino el ministro psicópata [Ben Gvir, responsable de la cartera de Seguridad] a hacerse selfies con nosotros.
Si hacen esto a personas de países a los que Israel considera aliados, es porque quieren lanzar un mensaje: Israel hará lo que le dé la gana y no piensa obedecer ninguna ley internacional
Israel les trató así a pesar de que sabía que saldrían y lo explicarían
Por eso la importancia de nuestra acción. Si hacen esto a personas de países diferentes, a gente blanca, de Europa, Estados Unidos, países a los que Israel considera aliados, es porque quiere lanzar un mensaje: hará lo que le dé la gana y no piensa obedecer ninguna ley internacional ni respetar los derechos humanos.
Es importante que haya una respuesta ciudadana y gubernamental para no permitir esta impunidad que está causando un genocidio. La causa palestina ahora es la causa de la humanidad. No podemos permitir que esto siga así porque, si Israel sigue, abrirá la puerta a que otro haga lo mismo en cualquier lugar del mundo.
Después de lo que ha pasado estos días, ¿confía en que Israel pueda cumplir su parte del acuerdo de paz?
Es que ese acuerdo no lo reconozco. Es una manera de culminar el genocidio y de consolidar a Israel como un estado colonial que puede negar todos los derechos de la población palestina. No es un acuerdo de paz porque no hay paz sin justicia y sin libertad. Ese plan no es ni la respuesta ni la solución. Lo que funcionaría sería hacer cumplir la legislación internacional que ya existe y que está siendo incumplida por Israel y los Estados Unidos. Y también por la Unión Europea, que está siendo cómplice de un estado genocida.
¿Iniciarán alguna causa legal después de su experiencia?
Sin duda. Estamos decididas a no permitir la impunidad y haremos una acción de denuncia por todas las violaciones de derechos. Y pensamos que los gobiernos también deberían. Estos países deberían defender a sus ciudadanos y plantearse personarse en una causa que, al final, será una causa por la defensa de los derechos humanos.
¿Ha podido hablar con el presidente Pedro Sánchez?
Bueno, no me ha llamado. Si lo hiciera, podría hablar conmigo.
¿Y con el president Illa?
Tampoco.
El Gobierno español envió una fragata de apoyo que no llegó a alcanzarles antes de que se diera la detención. ¿Se sintió suficientemente amparada por el Gobierno?
No estamos satisfechos, no. Es cierto que el Partido Socialista se ha movido, pero ha sido gracias a la presión social. Hasta hace poco se negaba a hablar de genocidio y decían que se debía mantener toda colaboración política y económica con Israel. Ahora sí reconocen que hay un genocidio, se han movido para embargar las armas y reconocen el Estado de Palestina. Pero sigue siendo absolutamente insuficiente.
Fue positivo que, junto a otros 15 países, reconocieran la misión de la Flotilla como una misión humanitaria necesaria y nos ofrecieran protección diplomática. Eso no había pasado nunca, pero el problema es que no se llegó a concretar en nada. Es lo que le pasa al PSOE, que se posiciona de manera retórica, pero cuando debe actuar, le cuesta. No nos ofrecieron protección hasta que ya nos habían atacado con drones tres veces y ya estábamos cerca de Gaza. Entonces nos enviaron una fragata que nunca llegó.
Creo que el Gobierno tiene margen para actuar mejor y debe hacerlo. La población está determinada a no permitir este genocidio y a defender a la humanidad. Habrá más flotillas, más manifestaciones. No nos pararán.
Aquí en Catalunya se aplazó el pleno del Parlament como muestra de apoyo a los detenidos y se votó una declaración institucional de condena a la detención. Junts votó en contra de lo primero y se abstuvo en lo segundo. ¿Le molestó?
No me sorprendió nada. Junts es un partido que siempre ha estado a favor de Israel y se ha negado a hablar de genocidio. Siempre han tenido relaciones estrechas con Israel y lo que han hecho va en su línea: son un partido de derechas y no me sorprende lo que han hecho.
Volviendo a la Flotilla, ¿sabe qué pasó con el material que transportaban?
Se lo ha quedado Israel. Se ha quedado la ayuda humanitaria y hasta los barcos. El día que volvíamos, antes de subir al avión, sacaron un papel que se inventaron y que dieron a los hombres para que lo firmaran. Ponía que reconocían ser los patrones de los barcos y los entregaban voluntariamente a Israel. Obviamente, se negaron. Pero los policías los firmaron delante de ellos, en su nombre. Se lo han quedado todo.
Es cierto que llegamos tarde y que el genocidio continúa. Pero cada vez estamos más cerca de aislar a Israel y pararle los pies
No llegaron a Gaza, pero ¿siente que, de alguna manera, el objetivo de la Flotilla se ha cumplido?
La presión internacional ha servido mucho. Las movilizaciones cada vez son más amplias y más grandes. Para nosotras ha sido muy emocionante ver la respuesta y creo que es un punto de inflexión. Que haya tanta gente involucrada, no sólo en el mar, sino en tierra, es espectacular. Es un movimiento creciente, de mucha gente que ha dicho basta y no dejará que se masacre a una población entera. No lo permitiremos y no pararemos.
Ahora mismo, de hecho, está en marcha otra flotilla que está a punto de llegar a Gaza. Es cierto que llegamos tarde y que el genocidio continúa. Pero la Flotilla ha servido y cada vez estamos más cerca de aislar a Israel y pararle los pies.
Una curiosidad: ¿Qué es lo primero que hizo cuando llegó a casa?
¡Ui! Pues es que no lo sé. Era tan tarde cuando llegamos del aeropuerto… Y lo único que quería era estar con mis hijos y mi madre. Mira, cuando la vi, lo primero que hice fue pedirle disculpas. Ella me había pedido que no me fuera. Siempre me ha ayudado mucho durante mi vida, y saber que la estaba haciendo sufrir me dolía mucho.
Estado incomunicadas en la cárcel, lo que más nos preocupaba a todas era, más que nuestra situación, lo que pudieran estar pasando nuestras familias. Por eso, cuando salí, lo primero fue abrazarlos. Y cuando llegué a casa, lo único que hice fue seguir estando con ellos. Eso y comerme un huevo frito. Dirás que es una tontería, pero viniendo de donde veníamos, fue algo exquisito.
No me parece ninguna tontería, no…
Es que estamos muy cansados. Pero me parece importante recalcar que lo importante no somos nosotros. Lo que nos han hecho a nosotras es terrible, pero si se han permitido maltratar así a personas europeas, imaginad qué hacen con las palestinas. No podemos normalizarlo. Tampoco podemos permitir que se queden a nadie en esa cárcel infernal, como están haciendo con una tripulante española. Tenemos que seguir con la presión hasta que todo el mundo salga.
Y no hablo sólo de la delegación española. Hablo también y sobre todo de los de otros países. Porque son profundamente machistas y racistas y, aunque trataban mal a todo el mundo en general, era peor con personas racializadas.
¿La seguiremos viendo activa o ha decidido tomarse un parón y descansar?
Creo que debemos despersonalizar. Yo he sido muy visible en esta flotilla porque quienes podemos tener más incidencia debemos aprovecharlo y ponerla al servicio de la causa. Pero yo soy una más. Esta acción no habría sido posible sin las miles de personas que han participado, desde el mar y desde tierra. Sin las que compraron los barcos, los arreglaron y los tripularon. Sin los que donaron dinero…
Siempre que pueda, ayudaré, como he hecho durante toda mi vida. Pero esto no va de mí. Por eso es importante que seamos muchas, para que podamos hacer relevos. Ahora he estado yo, pero mañana habrá alguien más. Yo soy humana y necesitaré días para procesar lo que hemos vivido.