El Perú enfrenta un problema que todos conocemos: cada año iniciamos 13,000 proyectos de infraestructura y dejamos inconclusos 10,000. Esta estadística no es solo un dato técnico; es el retrato de un sistema que desperdicia recursos y perpetúa brechas de desarrollo.
Los diagnósticos están escritos hasta el cansancio. Lo que urge ahora, de cara a un nuevo ciclo electoral , es discutir propuestas concretas para despegar y llevar bienestar real a la población. La rehabilitación o construcción de infraestructura requiere una secuencia lógica: planeamiento riguroso, presupuesto comprometido, ejecución oportuna y operación con mantenimiento. Sin embargo, en la práctica esta cadena se rompe constantemente.
La discrecionalidad burocrática reina en todos los niveles de gob