En 2006, los socialistas venezolanos presumían que la pobreza había caído a mínimos históricos bajo el chavismo. Mostraban cifras triunfalistas y se burlaban de la oposición, acusándola de exagerar cuando advertía riesgos. Quince años después, el colapso económico demostró que la receta populista fue un fraude que hundió al país.
El populismo de Chávez y Maduro se basó en una fórmula peligrosa: regalar dinero sin generar riqueza. Las “misiones sociales” de Venezuela sirvieron para comprar lealtades, mientras se destruía el aparato productivo. La ilusión de bienestar fue efímera, sostenida con renta petrolera que, al agotarse, destapó la tragedia económica y social.
Hoy México atraviesa un espejo inquietante. Andrés Manuel López Obrador, primero, y ahora Claudia Sheinbaum aplican política