En una cresta envuelta en niebla cerca de Quito, un migrante colombiano convertido en agricultor transformó la Finca Frajares en un aula viva para el café de especialidad de Ecuador. Su experimento en agroturismo sugiere una verdad más profunda: el sabor, la dignidad y la conservación pueden crecer juntos si lo decidimos.

De piezas de carro a corazones de café

Hace treinta años, Francisco Restrepo empaquetó su vida en Colombia y condujo hacia el sur, persiguiendo no oro ni petróleo, sino una segunda oportunidad. El camino lo llevó a las verdes costillas del Chocó andino ecuatoriano: a setenta kilómetros del skyline colonial de Quito, donde la niebla y el canto de los pájaros se mezclan en un mismo murmullo tranquilo.

Al principio, intentó con ganado. La tierra dijo no. El suelo era de

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