La jugada del Ejecutivo Sánchez con la votación a favor del embargo a Israel ha demostrado ante los principales organismos internacionales el papel de España, donde no se vio venir –o no se quiso ver, que es peor– el acuerdo tejido por la Casa Blanca. Y es que algunos recomendaron prudencia ante la negociación de los enviados de Trump, pero el afán por sacar adelante la propuesta pesó mucho más. Tanto, que ha dejado a prácticamente todos sus muñidores y votantes a favor en ridículo, teniendo que enrocarse en posiciones maximalistas o reescribiendo a toda máquina el argumentario gubernamental.
El submarino: Plan alternativo

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