No se ve, no se toca y rara vez se menciona en una conversación cotidiana, pero el nervio vago es uno de los protagonistas silenciosos de nuestra salud. Es el nervio más largo y complejo del sistema nervioso autónomo y conecta directamente el cerebro con órganos vitales como el corazón, los pulmones y el sistema digestivo . Su nombre viene del latín vagus, que significa errante o viajero , porque recorre gran parte del cuerpo.

Entonces, ¿qué es el nervio vago? El nervio vago es el décimo par craneal y parte fundamental del sistema parasimpático —la rama calmante  del sistema nervioso—. Nace en el tronco encefálico , desciende por el cuello y llega hasta el abdomen, conectando múltiples órganos.

A diferencia de otros nervios que sólo transmiten información en un sentido, el nervio vago es bidireccional : lleva mensajes del cerebro al cuerpo y del cuerpo al cerebro. De hecho, alrededor del 80 % de sus fibras transmiten señales desde los órganos hacia el sistema nervioso central, lo que significa que nuestro cuerpo habla  constantemente con el cerebro a través de esta autopista nerviosa.

Un regulador de funciones vitales

Este nervio regula funciones involuntarias fundamentales para la vida cotidiana:

Ritmo cardíaco: ayuda a reducir la frecuencia cuando el cuerpo se relaja.

Respiración: interviene en el control automático de la respiración profunda y pausada.

Digestión: estimula la producción de jugos gástricos y el movimiento intestinal.

Presión arterial: contribuye a mantenerla estable.

En resumen, el nervio vago es un modulador del equilibrio interno: cuando está bien estimulado, promueve la calma, la recuperación y la autorregulación.

La conexión entre el nervio vago y las emociones

El nervio vago no solo influye en funciones fisiológicas , también actúa como puente entre nuestras emociones y el cuerpo. Cuando experimentamos ansiedad, estrés o miedo, el sistema simpático acelera el corazón, la respiración y libera hormonas del estrés.

Cuando activamos el nervio vago —por ejemplo, con respiraciones profundas o técnicas de relajación— se activa la respuesta parasimpática: el cuerpo entra en un estado de calma, baja el ritmo cardíaco y la mente se estabiliza . Por eso, a veces un simple suspiro largo o un bostezo profundo puede hacernos sentir mejor: es nuestro nervio vago haciendo su trabajo.

La ciencia ha demostrado que una buena tónica vagal  —la capacidad de este nervio para activarse de forma saludable— está relacionada con:

  • Mejor capacidad para manejar el estrés
  • Menor riesgo de depresión y ansiedad
  • Mejor digestión y control de la inflamación
  • Sensación de mayor conexión social y emocional

Cómo estimularlo de forma natural

La estimulación del nervio vago no requiere tecnología avanzada. Existen prácticas sencillas que ayudan a activarlo y fortalecer su respuesta:

  • Respiración lenta y profunda (especialmente la diafragmática)
  • Cantar, tararear o hablar en voz baja (vibra la laringe y estimula el nervio)
  • Exponerse al agua fría en cortos periodos (duchas frías o salpicaduras en la cara)
  • Meditación, yoga o técnicas de relajación
  • Contacto social positivo y risas genuinas

En algunos casos clínicos, se utiliza la estimulación eléctrica vagal , una técnica aprobada para tratar enfermedades como la epilepsia resistente o la depresión severa.

Un nervio clave para la salud integral

Cada vez más investigaciones vinculan el nervio vago con procesos inflamatorios, emocionales y cognitivos . Por ejemplo, mantenerlo activo puede ayudar a reducir la inflamación crónica, mejorar la digestión y regular la respuesta al estrés. También se explora su papel en enfermedades autoinmunes y trastornos del estado de ánimo.

Los expertos lo consideran una especie de termómetro interno  que ayuda a regular la salud física y emocional. Cuidarlo y activarlo conscientemente puede tener efectos positivos en el bienestar diario.