Puede tener alma un festival basado en la música más fría, industrial y repetitiva que existe? Los creadores del Sónar han demostrado que sí. Es cierto que cada asistente tiene su propio Sónar interiorizado en función de sus vivencias personales e intransferibles, pero puede aventurarse, con poco margen de error, que el éxito del festival debe mucho al carisma que durante 32 ediciones le han imprimido los codirectores Ricard Robles, Enric Palau, Sergio Caballero y, en etapa más reciente, Ventura Barba. Innovación, riesgo y experimentación son la esencia de esa autenticidad, más allá de la capacidad de completar buenos carteles.

Ahora que sabemos que los cuatro se han desvinculado del festival, es razonable preguntarse si el Sónar puede sobrevivir sin ese alma. Y la respuesta obvia es: de

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