La magnitud de la tragedia provocada por las lluvias extraordinarias en México ya supera en víctimas al huracán Otis, pero, igual que entonces, el país enfrenta una emergencia marcada por la falta de planeación, seguimiento y atención oportuna. La historia se repite: el gobierno improvisa mientras la población paga las consecuencias.
Las lluvias ocurridas entre el 6 y 11 de octubre, influenciadas por los huracanes Raymond y Priscilla, dejaron al menos 64 muertos y 65 desaparecidos, además de casi 50 mil viviendas dañadas. Veracruz, Hidalgo y Puebla concentran el mayor número de víctimas, y los daños materiales aún no se han cuantificado completamente.
El caso más crítico se vive en Poza Rica, Veracruz, donde el desbordamiento del río Cazones inundó colonias enteras, dejó muertes y desapa