En menos de un año, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) ha pasado de administrar un parque natural a controlar prácticamente el pulso económico y turístico de Tulum. Desde que el Ejército tomó el mando del Parque Nacional del Jaguar, la afluencia de visitantes cayó de manera drástica, los negocios reportan pérdidas históricas y la imagen del destino —antes símbolo del turismo libre y natural del Caribe mexicano— se ha transformado en un espacio vigilado y condicionado.
El impacto se siente desde la entrada a la zona arqueológica, uno de los sitios más visitados del país, donde el bullicio de turistas, vendedores y guías ha sido sustituido por retenes, tarifas y restricciones impuestas por la Sedena. Comerciantes locales y empresarios turísticos aseguran que el verano pasado la o