Quienes conocen a en el mundo diplomático coinciden en señalar que el titular de Exteriores tiene «un carácter difícil». Fuentes gubernamentales consultadas por LA RAZÓN explican que buena parte del Ejecutivo se ha cansado ya del «infantilismo» con el que el ministro trata algunas de sus particulares guerras personales, como la que mantiene con el jefe de la Casa Real, el también diplomático Camilo Villarino. «Sus enfrentamientos con Camilo son considerados patéticos.
Y, aunque ya hay resignación, en verdad también hay un poco de hartazgo por el infantilismo con el que maneja todo esto», cuenta una fuente al corriente de la situación dentro del Ejecutivo.
Lo cierto es que la batalla de Albares con Villarino, de 61 años, viene de lejos. Ambos son viejos conocidos tras dedicar buena parte