La semana pasada quedará grabada en la memoria de Jared Kushner , el yerno de Donald Trump , como un hito en su trayectoria financiera tras sellar la compra –por 47.000 millones de euros– de ese gigante de los videojuegos llamado Electronic Arts junto al fondo estadounidense Silver Lake y, sobre todo, junto al fondo soberano saudí PIF . Una operación mastodóntica que ayudará, decía el Wall Street Journal , al aterrizaje de importantes inversiones saudíes en Estados Unidos.

Hasta ahí todo más o menos normal. Y es que, tras formar parte del equipo de Trump durante su primer mandato, Kushner aprovechó la derrota electoral del 2020 para poner tierra de por medio y dedicarse –gracias a la lista de contactos elaborada durante su tiempo en la Casa Blanca– al mundo de las inversiones.

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