CDMX. -«Me entrego al primer hombre que se atraviesa en mi camino, y después me acosan los remordimientos». Eso le dijo una bella mujer al doctor Duerf, siquiatra. El analista se puso una mano en el mentón e hizo: «Mmm». Tal gesto le permitía elevar el monto de sus honorarios. «Entiendo -le dijo luego a la paciente-. Y quiere que le quite esa erotomanía, también llamada calentura o cachondez». «No, eso déjemelo -replicó la dama- Lo que quiero que me quite son los remordimientos». Don Chinguetas, marido tarambana, llegó a su casa en horas de la madrugada. Olía a soyate, chínguere o marrascapache, o sea a licor barato, y traía el cuello de la camisa lleno de marcas de bilé. Poseída de justa indignación su señora le espetó: «¡Desvergonzado! ¡Cínico! ¡Bribón! ¿Cómo puedes mirarme a la cara?».
De política y cosas peores

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