La genética del cannabis no funciona con un botón único. Son cientos de variantes las que inclinan la balanza: unas empujan a probar, otras aumentan el riesgo de trastorno. Y muchas se solapan con la vulnerabilidad al alcohol, tabaco u opioides.

Un estudio publicado ayer en la revista Molecular Psychiatry ha explorado las raíces genéticas que distinguen el simple uso de cannabis del trastorno por consumo de cannabis (conocido como CanUD , por sus siglas en inglés) y concluido que, aunque relacionados, ambos comportamientos son genéticamente diferentes y que la predisposición a la dependencia comparte una base biológica con otros trastornos por consumo de sustancias.

El estudio se basa en que no es lo mismo haber probado el cannabis alguna vez que desarrollar un patrón de consumo pr

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