La excesiva frecuencia y el roce innecesario de un jefe (jefa) de Estado con grupos inconformes o demandantes en crisis, crea riesgos e incomodidad con involuntarios y poco favorables escapes temperamentales.
Se ha dado el caso de innecesarios desplantes en las conferencias matutinas (mañaneras) con fulminantes evasivas de responder sin respuesta (eso no te lo voy a contestar) o disyuntivas conminativas de si no me dejan hablar o simplemente --como ahora en Poza Rica, cancelación de la palabrería: ¡ya me voy!
De acuerdo con las crónicas publicadas en los medios y las redes, un numeroso (y potencialmente peligroso) grupo a la presidenta en Poza Rica y en medio del griterío (siempre insatisfecho, siempre desesperado, quizá alentado por alguna mano oscura), exigió seguramente lo imposible.