Con tristeza digo que todo salió mal. Ignoro las capacidades intelectuales del elegido, pero sus credenciales morales son inadecuadas. Su exitosa carrera profesional está signada por el clientelismo: el ostensible intercambio de beneficios por votos. Que a esas mañas acuda un político en trance de magistratura es terrible: peor aún, que haya sido incluido en la terna de candidatos con el voto de integrantes de la Corte Suprema que han sido beneficiarios de sus dádivas, y recibido el voto de senadores que le profesan gratitud, un lindo sentimiento en el plano personal, pero no en el público.

Como consecuencia tal vez inevitable de la honda confrontación ideológica en la que estamos, gobierno y oposición eligieron sus candidatos sin informarnos a los ciudadanos, como debieron hacerlo, las

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