JERUSALÉN- Muchos se habían vuelto rostros familiares, nombres conocidos por los carteles por todo el país: israelíes secuestrados hace dos años en sus hogares de pueblos fronterizos, en la fiesta de un festival de música electrónica o en bases militares, y luego escondidos en los túneles de Hamás, en lo más profundo de Gaza.
Cuando finalmente emergieron el lunes como parte de un acuerdo de alto el fuego entre Israel y Hamás, estaban más delgados y débiles, pero vivos y de pie. Y los israelíes vivieron un momento de júbilo, una redención nacional unificadora tras años de una guerra desgarradora y polarizadora.
Los 20 rehenes vivos que permanecían en Gaza, junto con los restos de otros 28 que fallecieron en cautiverio, seguían siendo una herida abierta, y su destino desgarraba el alma del