Donald Trump volvió a ser él mismo, pero esta vez en Gaza. Después de 20 años al frente de Miss Universo, quedó claro que para él la política puede ser simplemente otra edición de su concurso : menos bikinis, más dinero… y, cuando alguien hablaba de paz, él lo convertía en espectáculo.

Trump pasó lista a los países como si fueran concursantes: a unos los felicitaba, a otros los regañaba, y de vez en cuando soltaba comentarios al más puro estilo Miss Universo. A Meloni la halagó con un "¡qué guapa!" , con Indonesia se metió en lo que parecía un negocio familiar improvisado, y España , como siempre, recibió un trato especial, mezcla de atención y humor. Todo parecía un concurso, pero con presidentes, ministros y diplomacia internacional en lugar de bikinis.

Si esto sorprende, e

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