Julio María Sanguinetti, ese gran personaje, lanza: “…contra lo que se dice, la década de los ochenta no es una década pérdida —se refería a la economía— …para América Latina fue de avances democráticos. Pero ahora, todo se ve diferente”.

Esto debe haber sido alrededor de 2010. Castro seguía en el poder. Nicaragua ya era presa de la dictadura orteguista. Honduras entre golpes y violencia. Argentina de regreso a las corruptelas del peronismo.

Y Hugo Chávez, sí, el mismo que intentó un golpe contra Carlos Andrés Pérez, gobernando Venezuela y asfixiando a la democracia de su país.

Montado en una represión brutal en todos los órdenes, estableció nuevos récords. El país considerado en los cincuenta, junto con Colombia y Costa Rica, una de tres únicas democracias del continente, sojuzgado por

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